LA CAPILLA Y COFRADÍA DE SOBRADO DE LOS MONJES (LA CORUÑA)


LA COFRADÍA DEL ROSARIO DEL MONASTERIO DE SOBRADO DE LOS MONJES

           
            Este verano he tenido la dicha de pasar unos días de retiro espiritual en la abadía de Sobrado de los Monjes (La Coruña) y he tenido oportunidad asimismo de examinar con detalle la impresionante capilla del Rosario situada en el colateral del presbiterio, en la nave del evangelio.
Conocemos que en 29 de junio de 1589 Fray Lorenzo de San Agustín vino al monasterio a requerimiento del abad dom Atilano de la Cruz y la comunidad de monjes y erigió solemnemente, en nombre del Maestro General de la Orden de Predicadores, la Cofradía del Rosario.
            No se ha localizado todavía el acta fundacional, pero parece claro que hay varios factores que explican esta fundación: la propia tradición rosariana de la orden cisterciense, los acuerdos y normas de los monasterios españoles que recomiendan la erección de cofradías del rosario y finalmente el impacto causado por el ataque inglés a La Coruña donde fue saqueado el convento dominico y la imagen de Nuestra Señora del Rosario.
              No debe extrañar que se funde en un monasterio cisterciense una Cofradía del Rosario. Con la universalización del rezo tras el acontecimiento de Lepanto, se fundan cofradías tanto en parroquias como en monasterios y tanto de laicos como de clérigos o monjas. Es un error considerar que la Cofradía es exclusiva de laicos. Las numerosas indulgencias y gracias concedidas por los papas hace que no pocos monasterios y conventos masculinos y femeninos pidan a los dominicos fundar la Cofradía, en la que los integrantes son casi exclusivamente los miembros consagrados de esas comunidades. En el caso de cistercienses y cartujos es muy usual. Lo he constatado por ejemplo en varias cartujas como las de Sevilla, Granada, Burgos y en el monasterio femenino de San Clemente, de la misma Orden, en Sevilla.
            En 1618 se labra la capilla siendo abad dom Nicolás Bravo. La devoción de los monjes y la feligresía parece que se fue afianzando durante el siglo XVII y en 1673 se amplía:

“En el año 1673, el P. Abad Fr. Bernardo Alonso y Santa Comunidad, pareciéndoles reducida la ya referida capilla, la mandaron derribar y en su sitio mandaron fabricar otra muy suntuosa y magnífica que al presente ocupa. Este prelado alcanzó del sumo Pontífice Clemente X dos Bulas en las que concede a los Cofrades de esta Cofradía y a los que visitan esta santa y milagrosa imagen de Ntra. Sra. del Rosario muchas indulgencias plenarias y parciales“.
           
            Tres años después tiene lugar la dedicación de capilla y de la nueva iglesia a “Dios Nuestro Señor y a María del Rosario”. Tal era la devoción y el aumento de la cofradía que en 1679 el abad dom Isidoro de Luna solicita a la Orden de Predicadores una  jurisdicción especial sobre la cofradía, lo que vuelve a hacer en 1692.
            Pocas noticias más existe sobre la Cofradía, desconociéndose a ciencia cierta lo referente a la imagen titular, aunque los monjes conservan en clausura una de tamaño menor que el natural que, probablemente, fuera la que cada primer domingo de mes procesionaran los monjes por los claustros y en el mes de octubre incluso lo hicieran fuera con asistencia de la feligresía.
            Tras la Exclaustración, la iglesia quedó abandonada y se perdieron muchos enseres.
            Hoy en día nos queda la espléndida capilla y los restos del retablo barroco que cobijara la imagen titular y que representa la iconografía propia referida a Lepanto y con unos muy interesantes ángeles. Sabemos que fue dorado por dom Sebastián de la Torre, monje de Sobrado.
            Gracias a la colaboración de Fernando Álvarez Fernández y tras varios ensayos nocturnos hemos podido realizar una fotografía del retablo que permite admirar su estructura y adivinar lo que pudo ser cuando todavía el monasterio estaba plenamente vigente.
            También hay que destacar la espléndida cúpula con linterna donde reluce en todo su esplendor la rosa del Rosario.
               En definitiva, con este breve reportaje-reseña he querido poner en valor lo que fue toda una apoteosis del Rosario en un monasterio cisterciense que, sin duda, es significativa muestra de lo que fue la devoción en Galicia.
          Quiero agradecer asimismo y vivamente a toda la comunidad de monjes por su acogida y amabilidad, especialmente a dom Santiago Ordóñez.


Carlos J. Romero Mensaque







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